Tras las fiestas, las comilonas y los gastos de diciembre llega la famosa cuesta de enero. Quien más, quien menos sabe que la Navidad pasa factura en el bolsillo y en la báscula. Por eso, enero es el mes de apretarse el cinturón y de volver a la bendita rutina.
Ahora bien, los excesos culinarios también hay que quemarlos y para eso lo mejor es lanzarse a patear las calles de Madrid. Y no nos referimos a calles cualquiera, sino a las calles con más “subidón” de la capital. Atención porque algunas de ellas te dejarán sin aliento.
Probablemente, si te has pasado gastando dinero y atiborrándote a turrones y grasas saturadas deberás cumplir tu penitencia recorriendo una de las cuestas más insufribles de todas: la de Embajadores o de la calle Carlos Arniches. En realidad, podríamos decir que Lavapiés y Embajadores son una cuesta infinita pero es cierto que para quedar libre de todo pecado nos conformamos con que recorras la calle Embajadores o incluso Ribera de Curtidores. Ya se sabe que el que algo quiere, algo le cuesta.
Paseo de las Delicias: esta cuesta, además de complicada, es más larga que un día sin pan (o sin vermut Zarro). Une Legazpi con Atocha y es la única forma para llegar desde Madrid Río al centro. Si vas lento, pero seguro, la superarás sin problemas. Eso sí, como recompensa se permite una paradita para coger fuerzas con un buen vermut Zarro acompañado de unas buenas gildas.
Avenida de Pablo Iglesias: El barrio de Bellas Vistas cuenta con su particular montaña rusa en la Avenida de Pablo Iglesias y es que la sensación que recorre el cuerpo al bajarla en coche es igual que estar en el mismísimo Parque de Atracciones. Por eso, nos parece la cuesta idónea si los excesos de la Navidad te han pasado demasiada factura. Esta calle es una de las más empinadas de la capital, algo que se aprecia muy bien si tenemos como referencia visual el acueducto de Amaniel que discurre en Paralelo. ¡Guau!

La Cuesta de la calle Segovia supone un auténtico reto si lo que pretendes es recorrerla del tirón. Por eso, nos parece la mejor cuesta para ir fichando tabernas con buena pinta en las que sirvan el mejor vermut de Madrid, vermut Zarro. Algo bastante fácil, teniendo en cuenta que atraviesa la Latina, el paraíso de los bares. Esta pendiente está situada sobre un antiguo barranco por donde pasaba el arroyo de San Pedro y, mientras sudas la gota gorda, puedes disfrutar de unas buenas vistas del viaducto de Segovia o los Jardines de las Vistillas.
Cuesta de San Vicente: se sitúa entre Príncipe Pío y Plaza de España y te lleva directa hacia el Río Manzanares. Sobra decir que a mitad de camino encontrarás algunas terrazas bastante apetecibles para repostar con un buen vermut Zarro.
Cuesta de los Ciegos: la preferida para terminar porque lo tiene todo: pendiente y escalones. Dice la leyenda que su nombre se debe a unos músicos ciegos que vivían por allí o por el milagro que obró San Francisco de Asís, devolviendo la visión a dos invidentes. Sea como sea, la escalinata es insufrible, aunque es una de las más agradecidas a la vista.
Y para terminar, solo nos queda brindar con Zarro por haber sido capaces de superar cualquiera de ellas. ¡Salud!