Caminando por La Latina, lugar de tapas por excelencia, nos topamos con La Perejila. Una taberna tradicional y castiza cuyo nombre se debe a una famosa coplera deslenguada de principios del S. XX. Ubicada en el Madrid castizo, con una fachada de aire ancestral con rótulo pintado, grandes puertas verdes y un interior que recuerda a esas tabernas de siempre, donde los parroquianos se instalaban en la barra marmolada a tomar el vermut, pudiese parecer que La Perejila lleva ahí toda la vida. Sin embargo, todo esto no es más que ‘fachada’ pues esta taberna es más joven que la mayoría de su clientela. Los responsables de esta ‘bendita farsa’ son Luís, que se encarga de las tapas y su hermana Ana, a la que hay que agradecer que el vermut nunca falte. Eso sí, después de probar sus tostas de cabrales o sus tapitas de jamón serrano acompañadas de un Vermut Zarro de grifo, les perdonamos la mentirijilla piadosa.

Fotos de época, carteles de corridas de toros, de fiestas patronales y un ambiente que recuerda al de un tablao flamenco es lo que nos espera al cruzar la puerta. No hay más que fijarse en los nombres de las tapas, la decoración o los lunares para darse cuenta de que en esta casa se pretende rendir homenaje al folclore, a la copla y a la tradición. En definitiva, una taberna auténtica, colorista, divertida y con un Vermut Zarro de grifo que quita el sentido.

Y hablando de Vermut Zarro, el Vermut de Madrid, no puede uno irse sin tomarse al menos uno con cualquiera de sus tapas caseras. Triunfa mucho en esta casa el salmorejo cordobés pero también merece la pena (y mucho) hincar el diente a las albóndigas de ternera en salsa, la tosta de morcilla de Burgos con alioli o el melón con anís Chinchón. Pero esto es solo un aperitivo (siempre con Vermut Zarro) de lo que nos ofrece su carta. ¡Al ataque!