Es posible que hayas paseado en numerosas ocasiones por los puestos navideños de la Plaza Mayor de Madrid o que hayas oído hablar sobre este famoso mercadillo. Pero, ¿realmente te has parado a pensar cuál es su origen? Para ello, tenemos que echar la vista atrás.

En el siglo XVII aparece el primer mercadillo navideño en Madrid, muy cerca de la Plaza Mayor, en la Plaza de Santa Cruz. Allí se vendían carnes, verduras, animales, a los que, poco a poco se fueron sumando flores, adornos y regalos. Con los años y gracias a su creciente éxito, el mercadillo fue extendiéndose y acabó siendo acogido finalmente por la Plaza Mayor.

En el siglo XIX, el Ayuntamiento reguló el mercadillo y se dictó una normativa obligando a los comerciantes navideños a solicitar una licencia de venta previo abono de una tasa de cinco pesetas por cada metro cuadrado o fracción en la plaza.

Desde principios del siglo XX, los mercaderes de la plaza fueron incorporando productos más parecidos a los que podemos encontrar en él hoy en día, desde turrones y mazapanes hasta artículos de broma, y por supuesto, las famosas figuras para decorar el belén. Únicamente la Guerra Civil pausó la actividad de éste, aunque de manera temporal, ya que volvió después con más fuerza. En 1944, se prohibió la venta de alimentos, y años después se remplazaron los toldos que levantaban los puestos de la plaza por las tradicionales casetas de madera que forman el mercadillo a día de hoy.

Gracias a la película La gran familia y a su famoso niño perdido (¡¡¡¡Chenchoooo!!!!)  su popularidad aumentó y se extendió por todo el país, convirtiéndose en una cita obligada para cualquier vecino madrileño o turista que visite la ciudad en esta época.

Y por supuesto, Madrid debe dar las gracias al medio centenar de familias que, año tras año,  regentan las 104 casetas que forman el mercadillo y han conseguido mantener esta famosa tradición simbólica de la ciudad. Desde Vermut Zarro, el vermut de Madrid, brindamos por ellos, por conservar las tradiciones y por hacer de Madrid un lugar un poco más mágico en Navidad.

Y qué mejor tras un paseo matutino por el mercadillo navideño, que disfrutar en cualquiera de las tabernas de los alrededores del mejor vermut, ¡Vermut Zarro, el vermut de Madrid!